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Slow fashion, una filosofía de consumo responsable

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Por: Angélica Castro

 

24 de Abril de 2.013, Dhaka, Bangladesh

– El día estaba oscuro pero hacía un calor exagerado, miles de trabajadores que confeccionaban prendas de vestir para marcas de occidente se encontraban en su lugar de trabajo en el edificio Rana Plaza, asustados por las advertencias que ellos mismos habían hecho sobre el estado deplorable de la edificación y de sus largas jornadas laborales de hasta 36 horas seguidas, cuando, de repente, el edifico entero se desplomó dejando sepultados a 1.133 víctimas fatales y mas de 2.250 heridos… Las escenas fueron escalofriantes, miles de víctimas gritaban desesperadas entre los escombros pero había tanto polvo e incertidumbre que era muy difícil llegar a su rescate, según cuenta un periodista de la BBC que estuvo en el lugar.

Esta horrible catástrofe catalogada como el derrumbe estructural más mortífero de la historia que pudo evitarse, despertó inmediatamente el interés mundial por los derechos humanos y por el impacto social y ambiental que tiene la moda rápida y el consumismo en el planeta.

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Un impacto al que a la mayoría parecía no importarle, hasta que, en el 2.015, Andrew Morgan lanza el famoso documental que cambiaría la mirada de millones de personas del lado más oscuro de la moda, The True Cost, un grandioso e impactante relato que más que invitar a mirar rogaría vieran,

Ya que como consumidores debemos reconocer que somos parte del problema, por lo tanto estamos en la obligación de ser parte de la solución.

Muchos creen que el consumismo y el modelo económico de los EE.UU llevó a esta gran problemática mundial, ya que en la actualidad sólo un 3% de ropa se confecciona en Estados Unidos, y el 97 % restante se subcontrata a cadenas en países en vía de desarrollo como el caso de Bangladesh y Camboya donde miles luchan para tener un salario mínimo de al menos 160 US al mes, y por tener un sistema de salud que les cubra las necesidades básicas y las enfermedades que contraen gracias a las sustancias químicas que utilizan a diario en su trabajo sobre todo en los tratamientos de teñido y blanqueamiento de las telas, en Turquía por ejemplo, prohibieron el uso del tratamiento del “chorro de arena a presión” que contiene diminutas partículas de cuarzo, estas son lanzadas con pistolas a presión, son fácilmente inhaladas por los trabajadores y acaban provocando la muerte por asfixia, con este método tan devastador fabrican millares de jeans desgastados para Zara, Wallmart, Primark, El corte inglés, entre otros,  la realidad es que en Bangladesh no hay una ley que proteja a los trabajadores y transportistas contra esas sustancias y por esto, ellos tomaron el lugar sucio de producirlos; en Kanpur el exportador de cueros #1 del mundo el caso es similar, en las curtiembres miles de cueros baratos se procesan manualmente al día, dejando 50 millones de litros de agua residual contaminada que fluye hacia la tierra afectando a la agricultura y claro, hacia el agua potable, todo está contaminado por el cromo que está en el agua, en Tilapur donde utilizan miles de químicos colorantes que contienen Tricloro y Dicloroanilina varias de las toxinas fueron encontradas en la sangre no solo de trabajadores y transportistas si no de los consumidores finales.

Muchas de las sustancias prohibidas en Europa se producen en Asia y en la India donde el riesgo biológico es enorme, tanto así que miles de trabajadores de estas plantas de tratamientos y sus familias padecen de cáncer, ceguera, problemas en la piel, y en las últimas décadas han nacido cientos de niños con trastornos y retraso mental, tratamientos que son inmensamente costosos ya que en varios países no cuentan con un sistema de seguridad social y, que con un sueldo diario de 2 dólares es más que imposible costear.

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Livia Furt, fundadora y directora creativa de Eco-Age, una consultora verde especializada en sostenibilidad cita esta gran problemática en el famoso documental The True Cost:

“Existen estas grandísimas compañías que solicitan a las fábricas de Bangladesh un millón y medio de vaqueros a 30 y 50 céntimos. Este modelo, el de la producción rápida, tiene consecuencias: los trabajadores son los estrujados por la voracidad y la velocidad de la cadena de suministro generando injusticia social e impacto medio ambiental. La pregunta es: ¿Cómo puede ser esto ético? Y por otro lado, ¿es democrático comprar una camiseta por 5 dólares y un par de vaqueros por 20? ¿O nos están tomando el pelo haciéndonos creer que podemos comprar lo que queramos, que somos ricos y pudientes, cuando en realidad nos están haciendo más pobres y los que se enriquecen son las compañías de las marcas fast-fashion?”

Gracias a este realista y controversial documental miles han respondido al llamado urgente que hacen líderes mundiales en moda sostenible, y en pro de los derechos humanos y ambientales han nacido cada vez más iniciativas y organizaciones tales como Fashion Revolution –  #WhoMademyclothes, Detox, Ropa Limpia – Clean Clothes, Eco Age, Slow Fashion Next, entre muchas otras, preguntándoles a las marcas que conexión tienen con estas fabricas que violan la mayoría de derechos humanos y si son consientes del costo real hacia el planeta de la segunda industria que deja más desechos tóxicos en la tierra, y con este desgarrador modelo de negocio que empobrece a la mayoría y enriquece a solo unos pocos.

“Hasta que la mayor parte de la población mundial no se empiece a hacer responsable, consciente y partícipe del cambio que pide a gritos y necesita este desaforado consumismo, no solo a nivel ambiental seguirá sufriendo cambios irreversibles, sino las miles de personas trabajadoras de estas plantas seguirán desprotegidas y ultrajadas por sus mismos gobiernos alentados por un sistema que lleva a un consumismo masivo”.

El cambio debe ser ahora, y debe empezar por cada uno de nosotros preguntándonos realmente ¿Quién y en qué condiciones fue hecha mi ropa?, empezando a hacer compras responsables y necesarias que no acaben con los invaluables recursos naturales.

La tercera revolución industrial se acerca, ¿Estaremos a tiempo de parar de comprar ropa manchada de sangre?

 

 

 

2 comentarios

  1. Miguel Andrés
    14/12/2016 en 5:40 AM

    Muchas gracias, la verdad nunca me había puesto a pensar en esto :/

  2. Jose Garay
    01/05/2017 en 7:14 PM

    wow.

Los comentarios están cerrados.